MINIMUNDOS SENSORIALES
El juego de toda la vida adquiere una nueva dimensión.
Los minimundos sensoriales son, como su propio nombre indica, representaciones en miniatura de diferentes escenarios reales. A grandes rasgos se puede decir que es una recreación en miniatura creada para el disfrute de los más pequeños donde el juego es el principal protagonista y en el cual los elementos naturales deben ser parte “obligada” de su construcción.
Este juego está más que descubierto, pero en los últimos años, todo lo relativo a las experiencias sensoriales está adquiriendo una gran relevancia, sin duda, por sus grandes aspectos positivos. Es justamente aquí, donde esta propuesta adquiere un nuevo y mayor significado.
Hablamos, en general, de un entretenimiento con una base simbólica no estructurada y con un fin totalmente abierto ya que existen tantas formas de recurrir a él como niños hay en el mundo. Además, no solo hablamos de algo propio y exclusivo de la escuela, sino de una herramienta que en casa también se puede usar.
En su desarrollo, se puede hacer un trabajo previo a la presentación del mismo para ubicarlo dentro de un proyecto y, de esa manera, encontrar una serie de objetivos a conseguir gracias a su realización. Aunque lo importante es el disfrute, la premisa final siempre será el juego y la experiencia sensorial.
Y es que, la creación de los mini mundos sensoriales debe interesar al niño, llamar su atención para que así pueda acudir a él y utilizarlo plenamente.
«Estos minimundos poseen grandes aspectos que rondan en torno a la creatividad y la imaginación.»
Es una buena idea involucrar al niño en la ejecución de la escena. Programar salidas para encontrar los elementos naturales que vamos a utilizar, hablar del tema que vaya a protagonizar la representación… Absolutamente todo lo que hagamos extra al mini mundo va a enriquecer aún más la actividad. Estamos frente a una actividad completa.
UN MINI MUNDO, MULTITUD DE BENEFICIOS
El fundamento de los mismos está en la observación y manipulación de diferentes elementos que, de manera natural, no suelen estar al alcance de los más pequeños de la casa y que buscan, ante todo, el desarrollo de aquellos niños que ya han encontrado la plenitud de su juego simbólico (alrededor de los 3 años).
Algunos ven sus orígenes en la metodología Reggio Emilia por el uso de los elementos naturales o en los pilares de las escuelas Waldorf, con sus mesas de estación o tapetes de juegos. Aunque, por otro lado, los menos metódicos ven hasta en Montesori un lugar donde poder realizarlo (en este caso con juguetes ya creados). Sea como fuere, hay muy pocos que no ven en este tipo de juego algo positivo más allá de la diversión.
Entre sus beneficios, como se puede ir viendo, por su plena naturaleza sensorial, estos minimundos poseen grandes aspectos que rondan en torno a la creatividad y la imaginación pero, además, pueden abarcar áreas que van desde la confianza hasta el conocimiento propio del mundo real, la observación de diferentes tipos de hábitats, el crecimiento del lenguaje o del vocabulario ó, sin ir más allá, la práctica de habilidades sociales o el desarrollo de la motricidad fina…
Lo ideal no es usarlo como juego de una vez, sino tenerlo presente en el día a día de los más pequeños para que se puedan acercar a él como un elemento diario más.
¡Anímate y haz tu mini mundo!
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