Uno de los momentos fundamentales de la vida de un niño es el inicio de su vida escolar. Un cambio en la forma de concebir su vida que deja atrás las rutinas familiares y da inicio a una nueva manera de entender su realidad.

 

 

 

 

Una forma diferente donde se introducen otros conceptos no conocidos para ellos hasta ahora.

Desde el momento donde se da el pistoletazo de salida a su vida en el cole, los niños retoman nuevos ámbitos de socialización, diferentes rutinas, distintas personas de referencia…

 

En general, los alumnos comienzan una realidad que introduce patrones novedosos de adaptación a la sociedad que les rodea y , por ello, necesitan un periodo de reconocimiento. Este tiempo es el llamado periodo de adaptación.

 

 

 

 

Más allá de los reencuentros y de la ilusión de comenzar un nuevo año escolar, todos los niños, de una manera o de otra, pasan por este momento en el cual hay que volver a instaurar nuevas metas que, a través de los aprendizajes venideros, nos ayudarán a conseguir esos logros que se buscan alcanzar.

 

Aspectos que, sin duda, traen consigo sensaciones novedosas que hacen pasar por momentos de angustia o nervios que hay que tratar bien, por parte de los adultos, para que no desemboquen en una futura frustración que marque, incluso, la propia concepción que tenga el niño del cole.

 

 

 

 

El papel del adulto, como se ha dicho, es fundamental ya que en sus manos está la buena adaptación y la seguridad con la cual los alumnos se moverán por el colegio. Hay que ser pacientes, gestionar los nuevos miedos y dar confianza ya que en las manos del adulto está transmitir la calma necesaria a cada ritmo de adaptación para hacer saber que…

 

¡Todo llega!